En Lugo tenemos un puente romano que durante décadas sirvió para salvar ambos márgenes del río Miño, tanto a peatones como al numeroso tráfico rodado.
En el año 2011 se llevó a cabo una necesaria rehabilitación del mismo, que en general fue aplaudida por todo el mundo, excepto por algún grupo del barrio que rechazaban su total peatonalización.
Pero resulta que a día de hoy después de tantas batallas nuestro querido puente solo sirve de terraza-mirador.
O lo que es lo mismo nos gastamos casi un millón de euros para que uno de los emblemas de la ciudad sirva de terraza al bar de la zona, y nos quedamos tan panchos. Como dirían algunos !En Lugo somos así! Y ahora para cambiar de puente os dejo con este, pero a Mallorca.
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