La memora es traidora, y muy especialmente a ciertas edades, así que aunque tarde, me he acordado que tampoco había rendido el merecido tributo a la persona que me enseñó a mover y pulular en este mundo de los trebejos.
Mariano Gómez de Caso, provenía de una familia de solera ajedrecística, su abuelo fue una institución del ajedrez segoviano, y en mi época colegial se celebraba un torneo que honraba su apellido (que siempre ha sido es una espinita en mi camino, pues quedé subcampeón varias veces, pero nunca pude ganarlo) . Mariano vivía en el mismo barrio que este servidor y un buen día salió con su ajedrez a echar unas partidas con unos amigos; al poco dejamos medio barrio de jugar al fútbol para sentarnos en los bancos de la plaza a jugar al ajedrez. Fue alucinante ver como dejamos de romper farolas con los balones, a estar todos sentados delante de un tablero. Al cabo de un tiempo (ley de de vida y del ajedrez) sólo quedábamos él y yo, y algún otro loco, pero eso es otra historia.
Como dije antes me mostró los rudimentos del juego, pero lo que es más importante y desde aquí se lo agradeceré siempre, (aunque no fue el único) me enseñó a amar el ajedrez, a vivirlo, a disfrutarlo, también a padecerlo, y por supuesto a apasionarme con unas figuras, que a día de hoy, siguen dando luz a mi camino vital. Podría seguir contando contar muchas cosas; que era buen atleta, practicaba un ajedrez muy cafetero, era gran competidor, y su único afán era atacar, atacar, y atacar; de hecho su jugada favorita era 2.- f4 a cualquier defensa. Murió joven pero muchos le recordaremos siempre.
A Pepe Sanz le conocí en 1978, yo era un pipiolo de 12-13 años, y él uno de los mejores ajedrecistas de su generación; muy respetado y temido ajedrecísticamente hablando. De lo poco que puedo hablar como persona es que era amable, educado, y por lo que sé, buena persona, eso si frente al tablero era un señor. Amaba el ajedrez y jugaba más que por el propio juego, para hacer amigos, por eso su resultado ideal eran las "tablitas", por este motivo era poco competitivo. Siempre estaba dispuesto a echar una partida, nunca a rápidas, ya que para él era un juego de reflexión no de rapidez. Con el apogeo de las nuevas generaciones de ajedrecistas segovianos, Calvo, Cecilia, Acinas, Albornoz, Ángel Rodríguez, Teodoro, etc, y su poderosa juventud, fue dejando el ajedrez competitivo, para jugar sus partidas de Casino, aunque siempre que había algo oficial, se le podía ver por allí.
A diferencia de Mariano, él si pudo vivir una vejez, donde y estoy seguro de ello, había un tablero de ajedrez. Podría contar muchas cosas pero no soy el más indicado pues llevo más de 24 años fuera de Segovia, toda una media vida, pero está claro que los años mozos, sino los mejores, si son los más recordados. Gracias a ambos, y al resto de ajedrecistas segovianos, canarios, gallegos, que compartieron y siguen compartiendo conmigo este maravilloso camino lleno de rosas y espinas, que es nuestro fascinante mundo de las 64 escaques.
Y finalizo con mi primera victoria ante Pepe Sanz, la partida no es gran cosa, pero la sensación que tuve ese día nunca se me olvidará, era como si hubiese vencido al campeón del mundo.
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