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miércoles, 17 de julio de 2013

¿Doctor, doctor, no tengo WhatsApp, estaré enfermo?

Al ver esta fotografía el otro día en Facebook, me di cuenta que no soy el único en este mundo tan civilizado que no a perdido el afán de hablar y comunicar las cosas de tú a tú.
Vayas por donde vayas te encuentras una caterva de personas ausentes del mundanal ruido. Estás hablando con alguien, y él con disimulo mirando a su smartphone, estás hablando de la vida de los peces y de pronto tu interlocutor te contesta, ¡la última aplicación XXX es la repera. Vas a comer y ahora se ve como la mayoría come con  una mano, pues la otra la tiene ocupada con el teléfono. Intentas iniciar una conversación y empiezas hablando del tiempo y tu interlocutor te dice ¡Espera que te lo miro en Google ¡Que no, que yo solo quiero empezar una conversación!. Vas al médico y no sabes si van porque les duele la barriga o el dedo de la mano de tanto utilizar el aparatito en cuestión. Estamos ante una legión de personas compulsivas, de parejas que ya no se cruzan la palabra porque están chateando, o de familias enteras que pasan de sus deberes paternos filiales porque su nuevo juguete les llena la vida. Como ya sabéis de lo que estoy hablando no abundo más en la llaga.
Ahora lo que más llama la atención es ir por la calle o a cualquier acontecimiento sin tu smartphone y no enseñarlo, entonces si eres un bicho raro, pero lo que es más llamativo es el hecho que estés desconectado o no contestes a un mensaje entonces eso son palabras mayores.
Ya se lo que pensarán muchos que estoy trasnochado, pero por ahora me niego a que fulanito me comunique, porque no tiene otra cosa mejor que hacer o porque su vida esta vacía, lo buena que es la última crema que le han regalado para el dedo gordo del pie derecho. Para eso prefiero ver la serie "La que se avecina" que eso si es de patio de vecinos. Esa falta de intimidad, y/o de contar lo vacía que es su vida me preocupa. Pero ya lo dice el dicho utiliza  el smartphone el teléfono inteligente que nos hace mas tontos. Pero todo no va ser crítica, estos apartado tienen su parte buena y muy especialmente para mi. Ya he librado un par de multas, ayer me tragué un stop, lo hice como si fuera un ceda al apaso, y la benemérita ni se enteró, ya que ambos estaban entregados de cuerpo y alma a otros menesteres con forma de teléfono.
Y ahora os dejo con "El hombre sin Whatsapp: un pobre diablo solo y sin amigos"

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